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Sin estar exento de problemas, The Inpatient es una de las experiencia de terror más conseguidas dentro de la realidad virtual de Sony y un broche de oro en forma de precuela para Until Dawn.
Until Dawn fue uno de los juegos revelación de 2015, a pesar de que previo a su lanzamiento los rumores lo apuntaban a uno de esos títulos que van dando tumbos por la plataforma sin saber muy donde va a acabar. Inicialmente, el juego estaba programado para PS3, luego se decició que llegaría a PS4, y en algún punto de ese intervalo también se apuntó a su lanzamiento como uno de los títulos de cabecera de PlayStation VR.
El título de terror de Supermassive tenía todos los factores para encajar en la realidad virtual, pero lo cierto es que sus cambios de personaje e historia no lo hacían muy conveniente para la inmersión que ejerce la VR y, sobre todo, para meternos en su papel. Finalmente, el título llego a PS4 y tras su paso por las ofertas de PlayStation Plus, resultó un éxito para los jugadores. El clásico slash con tintes de terror psicológico y sobrenatural, mezclado con actores reconocido, fueron la fórmula perfecta para su atmósfera.



Until Dawn tenía un principio y mucho finales, pero por el medio se generaban nuevos misterios alejados a la trama principal que no terminaban de ser contados. Es en este punto donde el nuevo título de Supermassive encaja, y lo hace con la VR por delante, un sistema de control y de inmersión que gracias al planteamiento del juego lo hacen perfecto para esta tecnología, aunque lo hace sacrificando uno de los valores más importantes de Until Dawn: el control libre dentro de cada "escena sandbox" que hacía menos previsible los sustos y los momentos de tensión.





Y es que The Inpatient está más sobre ruedas. Hay menos libertad pero más contemplación. Dos enfoques distintos para una obra que comparten hilo argumental: una depende de la otra en tanto The Inpatient sirve como precuela de los flecos que no contó Until Dawn. En esta nueva entrega de la gente de Supermassive se nos vuelve a llevar al manicomio Blackwood Sanitorium, uno de los epicentros de la historia de Until Dawn, pero lo hace 70 años ante, en 1950, para contar la historia de los acontecimiento que, de soslayo, Until Dawn nos presentaba en uno de sus episodios.

Es una aproximación interesante, puesto que la perspectiva del terror del juego pasa del puramente sicológico del que hacía gala Until Dawn hacia el terror más clásico, ese del cine de los 60s y 70s que apuesta más por sorprender al espectador con una atmosfera opresiva que con saltos puntuales provocados por sustos artificiales. Blackwood, incluso en sus mejores momentos, da auténtico terror, así que si añadimos el ingrediente de Until Dawn, pues el cóctel es una de las experiencias más gratificantes en cuanto a inmersión de las disponibles en PlayStation VR, con el máximo respeto a Resident Evil 7, si nos olvidamos de las partes libres, claro.
El juego se puede completar fácilmente en cinco horas, pero lo cierto es que parte de la magia se rompe cuando el juego intenta sacarnos de la inmersión en la que estamos sometidos. Puede que cinco horas sin apenas interacción fuesen un problema para alabar las ventajas de la atmósfera de la que hace gala el juego, pero sin duda es la parte más representativa del juego: en cuanto se da el control al jugador para moverse, la magia se rompe y esa inmersión tan buena que teníamos en el primer tramo del juego se desvanece, al menos en parte.

Los controles del juego son buenos, y están bien pensados: linterna, recolección de objetos, pero después de ese primer tramo sobre railes, en los que el juego se pone a la altura del jugador y viceversa, se pierden en parte al incluir mecánicas de títulos clásico en primera persona (walking simulator si me permiten) a una experiencia de terror virtual en VR que desde el principio del juego apunta a una experiencia más contemplativa que interactual.
Sea como sea, ponernos en los pies de un paciente de Blackwood, si venimos de jugar a Until Dawn, es sin duda un valor diferencial que demuestra el potencial de la VR y (e inclusive sin ella) para generar experiencias que den contexto al otro título, potencien tu personalidad y ofrezcan al jugador un punto de vista diferente de los acontecimiento, haciéndole participe, narrando sus propias respuestas y eligiendo sus propias decisiones en el juego.

The Inpatient es una compra obligada si te gusta el videojuego de terror, dispones de un casco de PS VR y has jugado a Until Dawn (bueno, si no has jugado también). Tiene todos los detalles necesarios para convencerte: el apartado gráfico es sobresaliente, sobre todo los animaciones, los sonidos están especialmente cuidados y, dejando de lado las decisiones sobre la jugabilidad a partir del primer tercio (que generan situaciones que te sacan de la inmersión), es una de las mejores experiencias de terror que se pueden disfrutar a día de hoy en un videoconsola.

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