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Del VHS al streaming, pasando por DVD y Blu-ray, se han vivido cambios que cada vez llegan más rápido, pero que ahora podrían parar para siempre.
La historia de la reproducción de contenidos audiovisuales en el ámbito doméstico no es muy extensa, pero sí lo suficiente para analizar los patrones que la han regido, las mejoras que han ido llegando con el paso de los años y la acogida general que han recibido por parte del público. Tras décadas en las que el dominio de ciertos soportes era abrumador, la evolución se ha ido acelerando hasta el streaming, que parece que será el futuro del consumo, tanto en audio como en vídeo. Pero, ¿ha sido así realmente?¿llegan los cambios por necesidad o capricho de compañías y usuarios?
Betamax y VHS

Desde mediados de la década de los años 70, Betamax y VHS, los formatos de cintas de vídeo líderes, libraron una férrea batalla que acabó con la rendición de Sony y, por tanto, con victoria de VHS, desarrollado por JVC. Pese a la ventaja de Betamax en aspectos importantes, perdía en otros y no logró hacerse con la cuota de mercado.
En 1981, Betamax contaba con un 25% de cuota frente al ya apabullante 70% de VHS, mientras que en 1986, habiendo desaparecido otros actores, la cosa se situaba ya en un aplastante 92% de VHS, por un tímido 8% de Betamax. Tras ese período, este último tendió a desaparecer, dejando a VHS reinar tranquilamente durante 16 años, que en realidad son más si se cuenta el período en el que dominó y no sólo en el que estuvo solo.
El esperado DVD

Desde 1997, pero sobre todo desde el año 2000 (momento en que sus ventas fueron superadas) tuvo que enfrentarse al empuje de, esta vez sí, Sony y el DVD, formato que además de apoyar la industria al completo, también se popularizó con la PlayStation 2. Las ventajas respecto al VHS eran evidentes. No sólo no había que rebobinar, que ahora nos parece un verbo del jurásico, sino que ofrecía el doble de resolución, múltiples pistas de audio, sonido envolvente de varios canales, menús, etc.
Y todo ello, en un medio que, ahora sí, entenderían los ordenadores y a causa de ello también sería usado ampliamente como soporte para almacenar gran cantidad de datos: 4.7 GB en los discos estándar y 8.5 GB en los de doble capa. El público estaba encantado, pero la industria avanzaba cada vez más rápido y el mercado estaba preparado para la alta definición. De 16 años de dominio del VHS, se pasó a unos 6-7 por parte del DVD, aunque sigue siendo el soporte más vendido.
Blu-ray, el último gran soporte físico de vídeo
Shutterstock.
La siguiente guerra de formatos la libraron el Blu-ray y el HD-DVD, cada uno defendido por ciertas distribuidoras y, en concreto, por Sony y Microsoft en sus respectivas consolas. La pugna esta vez fue corta, unos 2 años, con victoria del formato del láser azul. La resolución, 1920 x 1080 píxeles, era 5 veces mayor que la presente en los DVD, y el salto en calidad de imagen, enorme. La transición hacia la alta definición se vio, asimismo, acelerada por un detalle: comenzaron a llegar nuevos televisores, tras años estancados y plenamente compatibles con todos los formatos.
Las tecnologías han ido durando cada vez menos, hasta el previsible fin de los soportes
El euroconector dejaba paso al HDMI, y lo analógico llegaba a su fin en los conectores. Recientemente han comenzado a venderse tanto los reproductores como los primeros títulos en adoptar el formato UHD 4K, que además de mayor resolución también ofrece las ventajas del vídeo HDR. Sin embargo, parece que el mercado dejará de moverse en función de la evolución de los soportes.
Streaming, ¿fin de la evolución de los soportes?

La clave se encuentra, como se decía al principio, en el progresivo avance del streaming o vídeo bajo demanda. Si bien pagar una suscripción mensual a una plataforma como Netflix o Wuaki no equivale a adquirir las películas para siempre, la amplitud de la oferta a igualdad de precio hace que el público se decante por estas opciones. Ni siquiera adquirir películas en tienda online equivale a tener el formato físico, pero es que esa opción, tal y como ya está pasando en la música, va a quedar limitada a los puristas que valoren las ediciones coleccionista, tener en posesión sus obras favoritas y visualizar los contenidos sin la compresión que exige una conexión de Internet.
A partir de ahora ganará importancia el cómo vemos los contenidos, no el soporte en que reproducimos
La comodidad siempre gana. Así es como la industria está superando la piratería, con calidad en las propuestas y a precios asimilables por el gran público. Mientras las grandes ventajas de los nuevos soportes y formatos puedan llegar vía online, a través de plataformas de pago individual (alquiler o compra) y streaming, no habrá grandes avances en la consumición de contenidos. Frente a las décadas anteriores, los nuevos interrogantes serán cómo los visualizamos, no dónde. El casi extinto 3D o la creciente realidad virtual son ejemplos de lo que a partir de ahora se sucederá.

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